Reflexiones de un profesor gay fuera del armario.

Este artículo está publicado en el número 460 (octubre 2015) de la revista Cuadernos de Pedagogía.

Hace siete años empecé a trabajar como profesor de Lengua y Literatura en un instituto público de Madrid y desde hace cinco estoy completamente fuera del armario con mis alumnos. Con este escrito pretendo reflexionar sobre esta experiencia, aclarar las razones que me han llevado a hacerlo, y animar a mis compañeros a plantearse salir del armario.

 

 

¿Qué significa estar fuera del armario?

La definición más sencilla sería que "estar fuera del armario" quiere decir que todas las personas que te rodean saben que eres gay o lesbiana, no porque lo sospechen sino porque en algún momento lo has hecho evidente. No se trata de que los demás conozcan tu orientación sexual sino de que la sospecha o intuición que tenían en algún momento se ha visto confirmada porque lo has dicho tú. Parecería que es lo mismo, total ¿qué más da que lo sepan porque lo sospechen o porque se lo digamos? Pero importa y mucho, lo expresado en palabras adquiere una realidad que no se puede soslayar. Un compañero puede estar en contra de la extensión del derecho al matrimonio a parejas de gais y lesbianas. Si hemos expresado claramente con palabras que somos gais o lesbianas, tiene que afrontar que nos está negando derechos a personas de carne y hueso. (A propósito, puede suceder que nuestro compañero lo afronte y se encuentre perfectamente cómodo negándonos derechos).

 

He titulado este escrito Reflexiones de un profesor gay fuera del armario, ¿tendría las mismas connotaciones e implicaciones que el título hubiera sido: Reflexiones de un profesor lector apasionado del Quijote? ¿O Reflexiones de un profesor enamorado de la lírica tradicional? Sin lugar a dudas, no. De hecho, resultarían títulos pomposos sin mucho sentido. Y esto, por varias razones. En primer lugar la consideración social que se les otorga difiere completamente. Que a alguien le guste el Quijote y disfrute con las jarchas no tiene mayor trascendencia que el placer estético que pueda extraer de ellas. Que a alguien le gusten las personas de su mismo sexo, y todavía más, que alguien ame a una persona de su mismo sexo, va mucho más allá de las personas implicadas. Para empezar, este mismo artículo escrito por otro profesor que se halle en otras circunstancias (en alguno de los más de 80 países que persiguen la homosexualidad por ley, por ejemplo) le puede costar el trabajo, la libertad e incluso la vida. Simplemente el escribirlo es un lujo que está al alcance de una porción mínima de profesores gais y lesbianas. El coste sería demasiado alto.

 

Otra de las razones por las que el título de este escrito provoca efectos muy diferentes es que ser percibido como gay o lesbiana supone que lo que eres va a ser interpretado principalmente a través de este prisma. Da igual que alguien no lo sienta como algo relevante en su identidad, esa parte de tu personalidad va a convertirse en la fórmula que explique y dé sentido a toda tu vida.

 

Y por último está la cuestión de ser profesor, y por tanto, estar en contacto con menores. Dentro del imaginario homófobo ocupa un lugar destacado la figura del homosexual (y en este caso se refieren solo al homosexual masculino) como depredador sexual de menores. Cualquier gay cuyo trabajo esté relacionado con menores habrá escuchado esta pregunta, en cualquiera de sus variantes: “Pero, ¿tú no les harás nada malo, verdad?” La homofobia que implica esta pregunta creo que no necesita explicación. Presentarse como “profesor fuera del armario” conlleva un cierto riesgo, hasta en las situaciones más favorables que se puedan imaginar.

 

 

¿Por qué, entonces, salir del armario?

En primer lugar, la visibilidad LGTB (siglas que se corresponden con lesbianas, gais, bisexuales y transexuales) nos concede la posibilidad de actuar políticamente, entendida aquí la política en su sentido más amplio y no solo como elecciones. En política rige una ley parecida a la que Piaget descubrió en los bebés, a la que llamó permanencia del objeto, hasta cierta edad un objeto que desaparece de la vista deja de existir para un bebé. En nuestro caso, aquello que no se ve, no existe. Si no nos ven, no existimos, por tanto, no contamos, no tenemos problemas, no existen discriminaciones, no hay nada que plantearse. El verbo ver resulta engañoso, no se trata de literalmente de ver, sino de percibirnos y reconocernos. Pondré un ejemplo que creo que lo ilustra perfectamente. Podemos ver una pareja de mujeres ir de la mano por la calle, pero únicamente las veremos como lesbianas si ellas así lo manifiestan, de otro modo serán dos amigas que se quieren mucho. Que dos amigas se quieran mucho nos parece perfecto, y envidiable, y no se le puede objetar nada salvo lo siguiente. Dos amigas que se quieren mucho no necesitan plantearse quién va a poder decidir sobre su tratamiento si una de ellas se encuentra en un hospital, ni van adoptar o concebir hijos, ni van a tener problemas en cuanto a herencias, ni serán despedidas del trabajo, ni tendrán miedo a ser separadas por sus familiares cuando sean mayores...Por lo tanto, no es necesario reformar leyes que las discriminan, ni estudiar las situaciones de discriminación para plantear políticas sociales que las erradiquen, ni plantearse su visibilidad en los medios; no será necesario porque no se ven, y por tanto, no existen.

 

La visibilidad es, además, una cuestión en la que la cantidad y la cualidad importan. Es más efectivo políticamente que haya un número grande de personas LGTB que sean visibles, que estén fuera del armario; y es necesario que esa visibilidad sea lo más transversal posible. En las sociedades occidentales más permisivas, la visibilidad LGTB se reduce fundamentalmente a gais, y solo cuando son jóvenes, guapos, y con dinero. No se ven prácticamente lesbianas, transexuales y bisexuales, o se ven como estereotipos. En el caso de los gais, no se ven a los ancianos, los parados, los discapacitados, los niños, los enfermos crónicos (salvo que sean enfermos de Sida), etc. que son gais. Y por tanto, no es necesario plantearse qué podemos hacer para combatir la discriminación de todo tipo (incluido la que proviene de la propia comunidad gay), que sufre un gay que ha tenido la osadía de envejecer. Los gais, como podría suponerse por nuestra visibilidad pública, nacemos y morimos jóvenes, y mientras tanto, consumimos.

 

Otra cuestión por la que se debe salir del armario es la construcción de la propia identidad. Anteriormente me he referido a una de las desventajas de ser percibido como persona LGTB, o de salir del armario: el que esa parte de tu identidad va a arrollar a todas las demás, y se convertirá, se quiera o no, en la principal tarjeta de presentación. Es cierto, pero la alternativa creo que es peor. Permanecer en el armario nos deja más indefensos ante la identidad que se nos va a adjudicar, tendremos menos oportunidades de negociarla y dotarla de otro significado.

 

¿A qué identidad me refiero? A la que da la injuria. Antes de saber que nos gustaban los hombres, hemos sabido que “maricón” era uno de los peores insultos que se nos podían hacer. No hacía falta entender el significado concreto de la palabra, bastaba con que intuyéramos el lugar que se asignaba al así designado: los márgenes, el afuera. La palabra “maricón”, o cualquiera de sus múltiples sinónimos, actúa como un virus para el que existe un vacuna cuyo precio no todo el mundo puede pagar. Si has sido vacunado, si eres heterosexual o actúas como tal dentro de unos límites precisos que marca cada sociedad en cada momento, el insulto va a ser inocuo para ti. Si por el contrario, no eres heterosexual o no te adecúas a las prescripciones de género (ser un hombre o una mujer “como Dios manda” ) que se te exigen, el virus te hará enfermar y llegado el caso, puede ser letal. Esto explica el uso omnipresente en los pasillos de los institutos de la palabra maricón. Cuando les recrimino a los alumnos, siempre de la manera más cordial, me contestan que no le están llamando al otro de verdad “maricón”, que no le están insultando. Y queda ahí retratada toda la homofobia que les rodea como el aire, invisible pero que se respira a cada momento. Efectivamente, ellos saben que el “otro” no es maricón, que está vacunado, no hay peligro de que enferme. Solo enfermará quien lo sea, solo en ese caso estarán insultando.

 

Curiosamente, y siguiendo con la metáfora, salir del ambiente (de nuevo, en las sociedades más permisivas) supone acceder a una cierta vacuna. Si tu entorno sabe que eres una persona LGTB probablemente te vas a evitar un montón de situaciones incómodas, chistes homófobos y la homofobia ambiente se va a aligerar.

 

 

¿Y por qué hacerlo en la escuela?

¿Y por qué no? podría ser la primera respuesta que diéramos. La respuesta a esta segunda pregunta es obvia, tiene un coste elevado, nos da miedo, puede traernos problemas. Para poder contrarrestar todas estas objeciones tenemos que precisar qué beneficios se pueden derivar del hecho de salir del armario, no solo con nuestros compañeros de trabajo, sino con nuestros alumnos.

 

En los colegios e institutos, los veamos o no, lo sepan ellos mismos o no, tenemos un alumnado LGTB que lo tiene más difícil que sus compañeros a la hora de ir creándose una identidad. Y también tenemos un alumnado que no es LGTB pero que es percibido como tal y puede sufrir la misma discriminación.

Para crearnos una identidad tenemos que tener referentes, personas con las que compararnos, admirar, rechazar, etc. En el caso de los adolescentes heterosexuales los referentes se encuentran por todas partes, en su familia, sus vecinos, sus amigos, en las novelas que lee, en la clase de Literatura, en la televisión, en las letras de las canciones que escucha, en los cuadros de la clase de Historia del Arte ..., literalmente, en todas partes.

 

El alumnado LGTB lo tiene mucho más difícil, ¿cuántos novelas adolescentes van a tener una protagonista LGTB, cuántas películas, cuántas canciones? Siendo optimistas, muy pocas. Si analizáramos los personajes LGTB que aparecen en la televisión o en las películas probablemente llegaríamos a la conclusión de que un porcentaje alto son personajes planos, estereotipados con pocas posibilidades que los jóvenes LGTB pudieran identificarse.

 

En la vida real, lo normal es que no conozcan a mucha gente que esté fuera del armario. Por ello me parece importante que los profesores salgamos del armario para poder proporcionar referentes a nuestros alumnos. Con esto no estoy diciendo que seamos su modelo a seguir, sino que seamos un modelo real con el que se puedan medir, que puedan aceptar o rechazar, que les ayude a construirse su propia identidad.

 

Sin lugar a dudas, otra consecuencia de salir del armario es que se crea un barrera protectora frente a la agresión homófoba. Ahora va a resultar más difícil meterse con un alumno LGTB sabiendo que hay un profesor que abiertamente lo es. Ojo, es un barrera, pero no asegura en absoluto que la agresión no se dé, aunque no sea delante de nosotros.

 

Otro de los efectos positivos es que empujas los límites de lo que es la normalidad, entendida en su versión más antipática: el cómo deben ser los seres humanos. Durante mi infancia asistí a un colegio religioso en el que todas las familias eran prácticamente iguales, papá, mamá, dos o tres hijos. El más mínimo signo de diferencia suponía un problema. Afortunadamente, este país ha cambiado mucho en los últimos cuarenta años, y cualquier clase de un colegio público (no así en muchos de los colegios concertados y privados) refleja una gran variedad: alumnos con distintos orígenes, distintas creencias, distintas situaciones familiares, distintas capacidades. Que un profesor salga del armario añade otro grado más de diversidad al grupo. Y no es baladí, en la medida en que todos los alumnos se reconocen como diversos, pueden aceptar mejor su propia diferencia y no vivirla como exclusión del grupo.

 

 

¿Cómo salir del armario con los alumnos?

Una consideración previa, como cualquier persona LGTB sabe, esta pregunta, y esta otra relacionada ¿cuándo puedo ir de la mano con mi pareja o simplemente relajarme en la calle sin exponerme a una agresión?, se nos van a plantear a cada rato, no se contestan de una vez para siempre. Y desgraciadamente, esto les parecerá un lujo asiático a la gran mayoría de personas LGTB de este mundo.

 

Supongamos que podemos y queremos dar ese paso. ¿Cómo hacer pública una información que todo el mundo considera que pertenece a nuestra intimidad, y que por tanto, no tiene mucha cabida en las aulas? Desde luego huyendo como de la peste del modelo “tengo algo que confesarte”. Con los adultos siempre lo he tenido claro, mi salida del armario es indirecta, forma parte del decorado, no está dentro del espacio iluminado por el foco. Para que se me entienda, no empiezo diciendo “yo soy gay”, sino “un novio mío fue el primer insumiso juzgado en este país”, o algo parecido. No estamos hablando de si soy gay, el que yo sea gay lo vas a saber de la misma forma que yo entiendo que eres heterosexual cuando veo la foto de tu familia.

 

Con los alumnos lo abordo desde la cuestión del respeto. Al comienzo del curso les digo que para mí es muy importante que todos nos respetemos para que podamos convivir y aprender. Y les cuento mi experiencia de acoso en el colegio en el que estudié. Aquí sí es importante verbalizar claramente que eres gay. Cuando lo haces, entiendes por qué nuestros antepasados creían en conjuros, las palabras producen efectos, tienen poder, cambian cosas. De entrada, algo impensable en las aulas de los institutos, que durante unos segundos se haga un silencio de los que se cortan con cuchillo.

 

 

Mi experiencia de cinco años fuera del armario con los alumnos.

Como dije en la introducción, hace siete años empecé a trabajar como profesor. Durante dos años fui interino, y trabajé en los institutos madrileños IES Grande Covián, y IES Jaime Vera. A pesar de que ya había estado colaborando con el grupo de Educación de Cogam dando charlas sobre diversidad afectivo-sexual, decidí no salir del armario, me mantuve en el llamado “armario de cristal”, no lo dije pero tampoco lo oculté. Me sentía muy inseguro como profesor como para meterme en un berenjenal más. Al año siguiente aprobé la oposición y entré a trabajar en el IES Luis Buñuel de Alcorcón, y allí empezó la experiencia de estar fuera del armario en un instituto. Los últimos cuatro años he estado en el IES Rosa Chacel de Colmenar Viejo.

 

Sin duda, puedo calificar la experiencia como muy gratificante a nivel personal. No he tenido ningún problema con los profesores, los alumnos o los padres.

Los chavales parecen asumir sin ningún problema el tener un profesor gay. Las anécdotas más tiernas tienen que ver con mis alumnos más pequeños, los de doce a catorce, porque todavía mantienen la espontaneidad de los niños. Desde aparecer por un pasillo con una amiga que no es alumna mía para cerciorarse de que yo soy gay de verdad, y ver la cara que se le pone con mi respuesta; hasta pedirme sinceras disculpas cuando en las escaleras uno a otro se han llamado maricón, y de pronto, ven que yo estoy por allí.

 

Los incondicionales de la teoría del “choque de civilizaciones” no encontrarán confirmada sus teorías en mi experiencia. Entre los alumnos más cariñosos conmigo (también es cierto que no les doy clase, ya se sabe que la convivencia estropea muchas cosas) está un grupo de chicos adolescentes de origen marroquí. Lo menciono aquí porque en el imaginario colectivo está el que necesariamente tiene que haber problemas con estos adolescentes. Como digo, no ha sido mi caso.

 

Un momento emocionante fue cuando vino un ex alumno del centro a visitarnos y me contó cuánto le había ayudado para poder aceptarse como gay, aunque en su momento no me dijera nada. También me contó algo que me ha hecho reflexionar desde entonces, en muchas ocasiones me había defendido ante sus compañeros cuando me insultaban. Se me ocurren varias consideraciones. Obviamente, el que yo no perciba comportamientos homófobos entre mis alumnos no quiere decir que no existan. Y el hecho de estar fuera del armario puede tener un efecto no buscado, el que los alumnos LGTB sean testigos presenciales de insultos homófobos dirigidos al profesorado LGTB, es decir, aumentar la concentración de homofobia que respiran a diario.

 

Por otro lado está la cuestión de la formación de la identidad masculina a través del rechazo de la homosexualidad y la feminidad. Puede que parte de esos insultos se deban a la necesidad de configurarse como “hombres” en un sentido muy tradicional.

 

Pese a todo, y voy terminando, creo que es útil salir del armario con los alumnos, aunque no sea suficiente para erradicar la homofobia de los institutos; y creo que el profesorado LGTB debemos reflexionar sobre estas cuestiones, sea cual sea la decisión que tomemos finalmente.

 

Además de agradecer a mis compañeros y alumnos de todos los institutos en los que he estado su apoyo y cariño, me gustaría terminar con una utopía y una cita.

 

La utopía sería que este texto se volviera cuanto antes incomprensible (suponiendo que no lo sea ya por otros motivos), que resultara tan absurdo como ahora ocurriría con un texto en el que aparecieran frases como esta “¿Cómo decirles a tus alumnos que te fascina el número pi?”, que necesitara numerosas notas a pie de página para explicar un contexto histórico que en nada se pareciera al del lector, que ese lector no pudiera creerse que hubo un momento en el que las diferencias que se dan entre los seres humanos fueran motivo de discriminación.

 

Y la cita:

“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.”

 

Eduardo Galeano.

 

Sigamos caminando.

 

 

Carlos Javier Herrero Canencia. Profesor del IES Rosa Chacel, de Colmenar Viejo.

 

 

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Comentarios: 44
  • #1

    chema (domingo, 21 junio 2015 15:44)

    Muy bueno el articulo, amigo carlos...abrazo...

  • #2

    Begoña (domingo, 21 junio 2015 16:29)

    Muy bueno. Eres admirable . Ánimo.

  • #3

    Felipe Perucho (domingo, 21 junio 2015 16:45)

    Queda, como dices, lejos el día en el que este artículo pierda el sentido. A los que hemos estado en el ojo de ese huracán nos sirve para darnos cuenta de su dimensión y de su potencialidad destructiva. Y para entenderlo mejor. Muchas gracias como compañero y como padre de alumno por tu implicación :-)

  • #4

    Juan G. (domingo, 21 junio 2015 17:02)

    Carlos, ya te tenía por grande; ahora, estás más cerca de gigante. Otro más para añdir a la colección de compañeros de nuestro insti.

  • #5

    Marina (domingo, 21 junio 2015 19:44)

    Me ha encantado leer estas palabras. También soy profesora de lengua, aunque sin plaza, y he visto lo crueles que fueron los alumnos con un profesor que no escondía su orientación sexual pero tampoco la aceptaba en su modo de tratar al alumnado; intentaba fingir lo que no era, y creo que esto es lo peor pues el alumnado lanza el triple de dardos envenenados que si lo reconoces abiertamente y como algo natural. Quizá si desde el primer minuto de clase hubiera sucedido esto no serían frecuentes comentarios del tipo: "Tiene más pluma que un pavo real pero disimula". Quiero decir que lo mejor es ir de frente con el alumnado, solo así habrá más posibilidades de que acepten algo que en estos tiempos ya debería estar superado, pero a veces los propios protagonistas fomentan la discriminación al no aceptarse ellos mismos, y es ese el primer escalón que se debe subir para que la mentalidad comience a cambiar.

  • #6

    Aurora Aparicio (domingo, 21 junio 2015 20:10)

    Es muy instructivo tenerte al lado todos los días, he aprendido muchísimo contigo y de ti en estos años que llevamos trabajando juntos, así que toda mi admiración y mi respeto. Muchas gracias.

  • #7

    Carmen Ibarlucea (domingo, 21 junio 2015 23:35)

    Estamos en tiempo de Orgullo y yo, hoy como todos los días estoy muy orgullosa de que me regales con tu amistad. Tu vida es una lección de honestidad.

  • #8

    María José Romero (lunes, 22 junio 2015 00:25)

    Me ha gustado mucho y emocionado tu escrito.
    Un beso Carlos

  • #9

    Itziar (lunes, 22 junio 2015 00:35)

    Enhorabuena,un gran artículo.Gracias.

  • #10

    Serafin (lunes, 22 junio 2015 02:58)

    Me ha encantado tu puesta nunca mejor se podía decir, tienes toda la razón del mundo, lo mejor es ir desde el principio con la verdad por delante, yo mismo he trabajado como trabajador social en una residencia de personas mayores en Berlín (desde aquí te escribo donde llevo más de 50 años) y cuando llegué no podían creer que de repente tuvieran a una persona gay delante de ell@s, no conocían a ninguna que hubiera estado tan cerca de ellos y que les hablara tan libre de mi homosexualidad, solo los conocían por las series o películas, al principio se me hacia un poco extraño porque era un "ídolo" para ell@s pero poco a poco se fue normalizando y allí trabaje muchos años y vi morir a mucha gente. Ahora estoy jubilado y cuando recuerdo esa etapa de mi vida me siento muy feliz de haber hecho lo que hice. Ahora colaboro en proyectos gays y en algunos trabajo incluso como voluntario. Vivo en Berlín y soy como aquel que dice emigrante de la primera generación a Alemania todavía en época de franco. Besos y saludos cordiales

  • #11

    Silvia (lunes, 22 junio 2015 10:06)

    El artículo tiene muchas cosas buenas, aunque algunas que creo que son un poco arcaicas ya. No quiero parecer crítica, lo que haces me parece loable, y sólo por cómo sientes, te expresas y razonas ya considero que seguramente seas de los docentes que merecen la pena.

    Lo que más me ha chocado del artículo es la referencia a las mujeres que se dan la mano. Me recuerda a la canción de Mecano.. de los 80. Eso creo que hoy en día no es así, los únicos adultos que van de la mano por la calle son parejas. Las adolescentes lo hacen más, y quizá por eso tú lo ves mucho si trabajas en un instituto.

    Pero sinceramente, no creo que haya mucha gente que vea a dos mujeres en España por la calle de la mano y no piense que son pareja.

    No es que sea muy relevante, pero al leer eso me ha dado la sensación de que te has quedado anclado en el pasado y no has notado algunos cambios sociales. La homosexualidad en algunos ambientes está mejor o peor vista, pero desde luego es algo que se considera habitual y se reconoce, no como antes que se consideraba algo rarísimo (y de ahí que la gente asociara a mujeres de la mano con amigas).

    Es muy importante tener el cuenta el contexto a la hora de debatir situaciones sociales, y ese contexto está en cambio constante.

  • #12

    Mila (lunes, 22 junio 2015 10:14)

    Compañero docente, espero que este artículo, como bien dices, suene pronto a "me encanta el número pi". Desde mi parcelita en los primeros años de Primaria les hablo a los niños de la discriminación y su devastación. Tengo alumnos gitanos, marroquíes,... y de otras 6 o 7 nacionalidades. Cada vez que alguien me viene con "me ha llamado gitana", les explico que eso les debería poner orgullosos, porque pertenecen a un sistema de familia muy especial. Y ser gitano, homosexual, tener los ojos verdes o que seas superdotado es sólo una característica de los miles que tienes y no precisamente de las más importantes. Lo importante y por lo que habría que preocuparse de verdad, es la falta de generosidad, de empatía, de creatividad y de esfuerzo. Soy heterosexual y lo que menos me importa es la orientación sexual de quien está conmigo.

  • #13

    Rocio (lunes, 22 junio 2015 10:30)

    Muy buena reflexión. En mis clases de primaria siempre trato el tema de la homosexualidad porque como tú bien dices el insulto "maricón" o "gay" en omnipresente en el alumnado incluso a edades muy tempranas (me parece una lástima que no hayamos avanzado nada en esto). Así que yo siempre que sale el tema lo hablo con ellos, con palabras que ellos puedan entender. Les explico que ser gay no es ningún insulto y que es igual que si nos metiésemos con alguien porque le gusta el color azul o la sopa. Incluso cuando hablamos de la familia siempre incluyo ejemplos con matrimonios del mismo sexo. No pertenezco al colectivo LGTB pero creo que en las escuelas es importante trabajar el respeto a la sexualidad de los demás, especialmente cuando ya desde niños se observan conductas de desprecio hacia los niños más afeminados o las niñas "marimacho" que normalmente vienen aprendidas de casa. Los niños imitan a sus mayores así que lo primero que deberíamos hacer todos es revisar nuestras conductas y vocabulario y evitar esos chistes homófobos y racistas que son tan comunes en el día a día.

  • #14

    Bautista (lunes, 22 junio 2015 14:20)

    Un abrazo, muy fuerte, Carlos. Compartí centro contigo, y alumnos y reuniones de tutores, etc. He comprobado en la realidad a tu lado todo lo que dices, y todo lo que dices es verdad, es la verdad. Con la verdad siempre por bandera se va a todas partes. Eres mi héroe, te quiero mucho.
    Otro fuerte abrazo para despedirme. Bautista

  • #15

    jaume (martes, 23 junio 2015 14:18)

    Estoy emocionado compañero... y gracias por la reflexión y por allanar terrenos aún sinuosos dentro y fuera de los institutos... Es un texto muy pedagógico ... un referente idóneo para seguir caminando...
    Sabes? te quiero . JAUME.-

  • #16

    Juan V. (martes, 23 junio 2015 22:03)

    Muchas gracias Carlos por compartir estas reflexiones. Una sociedad inclusiva y respetuosa se construye con el compromiso y el empuje de muchas personas… “se hace camino al andar” nos escribió el poeta y tú eres uno de esos caminantes Carlos. Es una suerte poder trabajar contigo.

  • #17

    Luismi (miércoles, 24 junio 2015 00:23)

    Carlos te agradezco toda la ayuda que me ofreciste, me sirvió para mucho. Esos consejos y apoyos, son los que me dieron fuerzas, me ayudaron a pensar que es lo que debía hacer y como decirlo. Me ha encantado todo esto que has escrito y desde aquí te digo que eres un profesor que nunca voy a olvidar y siempre recordaré. Sigue siendo así tal i como eres. Sigue siendo tu y no cambies, te aseguro que así no seré yo el único que te lo agradezca. Y un abrazo enorme. PD: si hay faltas de hidrografía perdón xD pero ya sabes que las llevo fatal

  • #18

    Bernardo (miércoles, 24 junio 2015 09:19)

    Hola, soy como tú profesor de lengua en un IES de Sevilla y gay. Me ha gustado mucho tu reflexión. Yo me encuentro fuera del armario con el claustro pero no con el alumnado. Se lo pueden suponer por mis comentarios, pero como tengo una hija de una relación anterior pues les cuesta más pensar que yo sea gay. De todos modos, saco a menudo el tema en clase y reflexiono sobre ello con ellos. Es verdad que han cambiado mucho las cosas en comparación a nuestra época, pero aún queda muuuucho camino por recorrer. Nuestro gremio es de los más armarizados y por eso precisamente creo que la visibilidad ante los alumnxs ayudaría mucho a acortar el camino. Creo que sería importante además visibilizarnos como grupo y compartir las experiencias. No sé de qué manera se podría organizar algo colectivo, tal vez unas jornadas con un sindicato o una asociación LGTB en la que profes lgtb nos conociéramos y reflexionáramos sobre cuestiones de las que sabemos mucho: currículum oculto, homofobia interiorizada de los docentes, homofobia en el aula y los pasillos, sexismo y esterotipos de género, salidas del armario de alumnxs y profes, etc.

  • #19

    Gonzalo S. (jueves, 25 junio 2015 01:00)

    Muy buen artículo Carlos. Hablando como ex-alumno, es muy instructivo para los estudiantes homófobos , aunque lo sean sin saberlo, conocer a alguien de su entorno que no tema admitir su homosexualidad, y que así estos puedan darse cuenta de la sarta de burradas y estupideces que sueltan a diario sin ni siquiera plantearse que no está bien lo que dicen. Seguro que gracias a ti muchos alumnos, y no solo los homosexuales, sentirán más seguridad cuando se muestren al mundo tal y como son, sin ningún miedo.
    Muchas gracias por haberme dado clases y espero que sigas siendo tan buen profesor (momento peloteo).

  • #20

    alejandro palomino (jueves, 25 junio 2015 03:37)

    me ha gustado saber mas de todos estos pensamientos que nos ayudan a llevar la vida con altura y sin tanto prejuicios,,,muchas gracias, soy medico aca wn colombia, cualquier cosa a la orden.

  • #21

    Laura (jueves, 25 junio 2015 15:33)

    Ser gay no es una característica como tener los ojos verdes o marrones porque el color de los ojos no te condiciona la vida como lo hace tu orientación sexual. Si eres homosexual es muy duro ir con tu pareja por la calle y no poder darle la mano o besarle, pero eso no sería un problema si fuera para todos igual. Las parejas de hombre y mujer lo hacen sin ningún tipo de problema mientras la comunidad gay se esconde.

  • #22

    juan (lunes, 29 junio 2015 19:29)

    Hola. Yo profesor de inglés en un IES del interior de la provincia de Jaén. Estoy en una situación parecida a la de Bernardo. La mayoría del claustro lo sabe y ante mis alumnos, aunque trato el tema de la homosexualidad con naturalidad, no ne atrevo aún a decirles que soy gay. Me està ayudando una psicóloga a que termine de aceptarme a mi mismo. Deberíamos crear algún foro en facebook para estar en contacto e ir comparando impresiones y experiencias.

  • #23

    juan (lunes, 29 junio 2015 19:32)

    Si alguien quiere agregarme soy juanmarmar en facebook. Mi correo es martinez_juan79@hotmail.com

  • #24

    Cristina (lunes, 29 junio 2015 22:34)

    Hola:
    Buen artículo. Si me permites, te contaré mi experiencia que es particular.
    Aunque soy de Santander, yo vivo y trabajó en el Sur de Gran Canaria (al Lado de Maspalomas). Esta es una zona gay por excelencia, ya que viene turismo de todo el mundo a pasar sus vacaciones en un ambiente de tolerancia y respeto.
    La proporción de GLBTs es altísima, incluso entre los alumnos de primaria, maestros, etc. Y para mi sorpresa y admiración está más que normalizado para todos. Aquí todos entienden que uno puede amar a quien quiera. Y eso es maravilloso. En Canarias están muy avanzados en tolerencia y respeto, y eso les hace excepcionales. Espero que el resto de las comunidades avance en esta dirección.
    Saludos y mucho ánimo.

  • #25

    Leonardo (miércoles, 15 julio 2015 05:46)

    Buenas noches Carlos, dejáme agradecerte por lo que nos escribiste. Simplemente magnífico y real. Tu artículo me pareció muy interesante e inspirador! Al menos para mí. Tengo 18 años, soy gay y recién estoy comenzando mi carrera para ser -en quizás cinco años- profesor de Historia.
    Es muy gratificante poder leer e interpretar tu experiencia como profesor de diversas instituciones con resultados tan positivos. Ojalá llegue el día donde -nosotros, los LGTB- podamos amar sin restricciones, ni prohibiciones calificadas de "anti-natura".
    Espero que puedas seguir compartiéndonos vivencias y sabiduría.
    Saludos cordiales desde el otro lado del charco, desde Buenos Aires, Argentina.

  • #26

    Isauro Romero (viernes, 21 agosto 2015 18:37)

    Salir del closet o del armario. No es una forma de escape o terapia humanista para tapar la vergüenza que siente un homosexual?

  • #27

    Otro profesor (domingo, 08 noviembre 2015 11:35)

    Me ha resultado muy interesante lo que has escrito. Yo he aprobado este año las oposiciones y he conseguido mi puesto de trabajo con el que he soñado desde que tenia 10 años. Ahora siento miedo, porque aunque no escondo mi homosexualidad, tengo miedo a que el descubrimiento de mis compañeros o alumnos me acarree problemas a la hora de desarrollar ese sueño que acabo de cumplir que es poder enseñar y ser un buen profesor. Tengo miedo a las familias que puedan venir al centro a recriminar ye insultar, a las faltas de respeto de los alumnos delante de otros compañeros y a perder mi puesto de trabajo (y mi sueño) por la homofobia despiadada de algunos. Espero que todo salga como en tu caso, y que pesen más las experiencias positivas que las negativas porque me niego a volver a ocultar mi identidad despues de años de lucha por ser libre y mostrarme natural como soy. Un saludo, y mi total admiración hacia ti y tus palabras. Gracias.

  • #28

    Mireia (miércoles, 18 noviembre 2015 01:35)

    Muchas gracias por este artículo. No sólo dice verdades sobre salir del armario en el colegio, sino en la vida en general. Lo guardo y lo comparto.

  • #29

    Sevillasal82 (miércoles, 18 noviembre 2015 02:37)

    Que casualidad leer este artículo hoy,
    A raiz de que se supiera que un profesor contrajo matrimonio con una persona del mismo sexo, dejó de ser uno de los profesores que consiguieron los mejores resultados en la historia de ese colegio concertado.(Educación que se paga con los impuestos de todos). Comenzó la persecución, el acoso y el aislamiento. La situación se tornó insostenible afectando a su salud psicológica y física y depués de 8 años se planteó dejar el colegio. Irse sin ningún derecho. Gracias a sindicatos y médicos que lo animaron a denunciar la situación.
    Despues de un duro año, se ha declarado como despido improcedente y al menos el colegio lo ha indemnizado y tiene derecho a paro. Él seguirá su camino libre. Y el empresario conservador y retrogrado seguirá al frente del colegio, siendo el responsable de la educación de miles de alumnos.

  • #30

    Cosme (miércoles, 23 diciembre 2015 10:19)

    Excelente. Te felicito por tu valentía y por el excelente articulo que ayudara a mucha gente .

  • #31

    IULIANUS (miércoles, 06 enero 2016 04:23)

    He sido profesor de la concertada durante siete años. Ahora preparo oposiciones y soy gay. Los alumnos se dan cuentan de todo. Si eres un buen profesor, poco le importa lo que seas. En eso los alumnos te sorprenden muchísimo. Esa ha sido mi experiencia. He trabajado varios centros religiosos concertados y había profesores que eran abiertamente gays y eran respetados por alumnos y profesores. Ahora bien, esto no es lo habitual, pero es lo que he visto. Hay centros religiosos concertados, concretamente los más pequeños y dirigidos por monjas ( vivo ejemplo de aquello de a Dios rogando y con el mazo dando ) , que directamente te echan sin la más mínima contemplación si eres abiertamente gay. Hay sobrados ejemplos de ello. En este tipo de centros veía mucho más peligro peligro en los padres y algunos compañeros ( algunos abiertamente homófobos). Un padre que en una tutoría vino a presionarme para que le aprobase mi asignatura para pasar de curso. Me dijo que me había visto con un acompañante paseando a las cinco de la mañana por el centro. Directamente lo ignoré. Me pareció el comentario propio de un descerebrado y un maleducado. No le di importancia. Yo estoy fuera del armario con amigos, familia y todo el que me conoce; pero nunca me planteé hacerlo mientras trabajaba. Una cosa que sí pesaba mucho sobre mí mientras ejercía en estos centros era el temor a ser visto en un bar o lugar de ambiente por parte de alguien relacionado con el colegio. Así no se puede vivir .... en ese aspecto nos autoreprimimos muchos de manera absurda e innecesaria. Espero aprobar algún día las oposiciones y ser profesor de la pública. Mi sueño de siempre. El ejemplo de Carlos es imparable. Me ha encantado mucho leerlo y es un motivo de inspiración y ejemplo para todos, tengamos la inclinación sexual que tengamos. La visibilidad de los docentes gays en España es algo que ha avanzado mucho en estos años, pero es obvio que queda un largo camino que recorrer. Gracias, Carlos, por tu ejemplo.

  • #32

    Serafin Fernandez (lunes, 25 enero 2016 19:28)

    Genial, me ha gustado mucho y creo que está muy bien explicado, espero que anime a otros profesores a salir del armario, yo he salido hace mucho tiempo y nunca me he arrepentido, aunque reconozco que no es fácil, la homofobia está por doquier, yo vivo y trabajo en Berlín desde hace mucho tiempo y soy trabajador social y trabajo con personas mayores, estoy cansado de decirles que tengo "un marido" desde hace muchos años, a pesar de todo se les olvida y me vuelven a preguntar que si tengo "mujer" y vuelvo a empezar con la "historia" jeje pero yo sigo dale que te pego y no me "corto" nunca y eso que no solo tengo que "luchas" por esto si no encima porque soy extranjero, para una viejecita alemana es casi impensable que un hombre y encima extranjero trabaje teniendo cuidado de ell@s, pero así es, en fin, gracias por tus puestas!!

  • #33

    Marco Castro-Bojorquez (viernes, 29 abril 2016 12:08)

    Carlos,
    Gracias por compartir tu blog conmigo via twitter @Bojorquez y yo solo quiero agradecer tu valentia.
    Yo soy he trabajado ya por muchos an~os en EEUU con jovenes cuir y sus familias, enfatizo mi trabajo en comunidades bastante pobres y tipicamente gente no anglosajona y tambien la comunidad trans. Respeto mucho cuando el individuo llega a la conclusion que va a salir del closet y estoy seguro que todxs ellxs pasaron por un proceso, el cual a veces es doloroso y lleno de ansiedad y de miedos -todo esto bien fundados porqueo como a bien dices en tu articulo, en muchos paises el ser LGBT es ilegal, concepto bastante ridiculo y hasta comico porque la opresion social creada por el hombre mismo ha sido tan desbocada y sin corazon, que han tenido exito en legislar en contra de la identidad de una persona y violando los derechos humanos de esta..pero en fin, ese seria otro blog.
    Retomando el aspecto de salir del closet como un maestro en la escuela, salva vidas - entonces yo considero un acto tal cual, como una de representaciones mas importantes de algo tan importante como lo es el amor, asi tal cual. Yo siempre les digo a la gente que nunca tomen a la ligera o traten de minimizar cuando alguien les confia algo tan delicado como nuestra orientacion sexual, les digo que espabilen y que se pongan a pensar que esta persona que les esta compariendo algo tan importante en su vida, meree todo el respeto del mundo asi que, tomen pero muy en serio cuando alguien se sincera con ustedes porque lo que estan ustedes observando el la desnudez del alma y eso no pasa muy a menudo, no lo pasa! Pero cada persona deberia de llegar a ese momento en su vida, por decision unica y nunca inflenciada por nada ni nadie mas que su corzon y su mente. Yo diria que donde tendirmaos que poner un poco mas de empen~o, es en perparar y educar a nuestra sociedad para que cuando esta gente valiente como tu Carlos, salga del closet, que no sea esta carrera a contacorriente que ha veces nos arrastra muy feo y muy fuerte! De nuevo, muchas gracias por la brecha que has abierto para que otros sigamos y que el camino no sea tan lleno de espinas!
    Marco

  • #34

    M Carmen Durán M (domingo, 12 junio 2016 11:08)

    GRACIAS x COMPARTIR COMPROMISO de VIDA .CREER +QUERER a uno mismo a ls demás y lo q te rodea .CAMINAR con la honestidad q corresponde a quien disfruta de vivir sabiendo q la integración de cada "pieza" del puzle de la humanidad complemnta e ilumina el camino a seguir=FELICIDAD como DDHH ADELANTE!!

  • #35

    Mesa LGBTI RUU (viernes, 24 junio 2016 17:27)

    Mil gracias por el aporte, muy sabías palabras lo compartiremos en el próximo espacio académico que tengamos, pues nos interesa y toca fibras sensibles este texto

  • #36

    David (lunes, 11 julio 2016 13:53)

    Muchas gracias por el artículo y sobre todo por compartir tan valiosa información personal con el resto de personas. En mi caso que voy a ser maestro de primaria con los compañeros de trabajo no me sería difícil mostrarme tal como soy, pero si me costaría con los alumnos. Aunque una de las razones que me impulso a estudiar esta carrera fue para educar en el respeto de forma que nadie tuviera que pasar por lo mismo que yo pase ¿como hacerlo con los niños de primaria? sin duda es un tema un tanto peliagudo y más por la parte de los padres.

  • #37

    Encerrado (domingo, 17 julio 2016 15:38)

    Me encanta leer cosas como esta. Está claro que la normalización de la homosexualidad pasa por dejar fuera de juego a los tabúes y hacer ver los niños que la orientación sexual no se elige y que cada uno es libre de hacer lo que quiera...
    Besos.

  • #38

    Jorge Juiz (viernes, 07 octubre 2016 19:43)

    Fascinante, Carlos! Voy a empezar la semana con la cita de Galeano y que me cuenten los de ESO (1* y 2*), cómo les explico que me fascina el número Pi! Y cómo se lo contarían a sus familias!
    Graciñasssssssssssssss!

  • #39

    uno más (lunes, 15 enero 2018 13:08)

    Aunq suene triste y en mi trabajo lo sepan alumnos y compañeros como algo más, sin dotarlo de mayor importancia, también es cierto que si te mueves en privada y concertada, donde la gran mayoria de coles son cosa de la iglesia se hace imposible «salir del armario» por temor a perder tu empleo. Mi pregunta en este caso sería (y siendo realmente sincero); ¿Lo harías también en esa situación a pesar de perder el trabajo que te da tanta vida?

  • #40

    israel (domingo, 18 febrero 2018 09:21)

    Gran texto y de obligada lectura tanto para adolescentes como para adultos

  • #41

    Fernando (domingo, 14 julio 2019 09:29)

    La verdad es que cuando trabajar en un COLEGIO CONCERTADO RELIGIOSO, en la etapa de primaria, resulta difícil salir del armario. En esos coles la homosexualidad no existe, la ideología conservadora se hace patente en el día a día del colegio y no por los compañeros, sino por miedo a que la dirección se entere y no te renueve el contrato. En estas circunstancias, decides seguir en el armario. Son colegios en los que empiezas la jornada rezando (aunque uno sea ateo) y en el que los eventos religiosos, con sus tradicionales mensajes, se repiten día tras día. Muchos padres llevan a sus hijos a estos colegios porque esperan que la palabra "homosexualidad" no aparezca en ninguna de las clases. Lo que no se nombra, no existe. Lo habitual es que todo el profesorado vaya vestido de la misma manera, de manera formal (camisa y corbata), y los alumnos también. Muchas veces la diversidad queda escondida. Son escenarios totalmente hostiles para el colectivo LGTBIQ.

  • #42

    X (martes, 13 agosto 2019 00:53)

    Llego algo tarde y me imagino que no verás este mensaje a estas alturas, pero igualmente me presento.

    Soy una adolescente que nunca ha tenido ningún referente gay en el instituto, ningún profesor, ni encargado ni nada. Sólo algunos compañeros de clase tan perdidos como yo, poco más que eso. Personalmente encuentro este hecho frustrante. No sientes tener aliados en un grupo más adulto y eso te distancia de los demás.

    Ha habido un profesor que en su día nos habló de un alumno que salió del armario en medio de su clase de historia del arte, y nos dejó claro que en su asignatura podíamos hacer lo que quisiéramos con total libertad. El apoyo se agradeció, la anécdota fue divertida, lo normal. Pero siguen faltando modelos. Y yo supongo que los hay, porque me parece estadísticamente imposible que no haya ni un solo miembro del profesorado dentro del colectivo en una institución pública. Tampoco es mi plan sacar del armario a cualquiera, pero me hubiera gustado estar en una clase y que viniera el profesor y se sincerara, aunque fuera para reforzar el respeto entre los demás.

    Yo entiendo que es algo complicado. Y no voy a obligar a nadie, obviamente. Pero me hubiera sido de gran utilidad.

    Hace poco, ya de vacaciones, me topé con un tutor de la clase de al lado. Iba con el carro, de compras, con otro hombre. Uno llevaba la lista y el otro cogía los productos de las repisas, y de cuando en cuando se echaban miradas cómplices. Me dio ternura y me reconfortó.

  • #43

    mar (jueves, 03 octubre 2019 11:52)

    suerte a todos

  • #44

    laura y maria (jueves, 21 noviembre 2019 11:44)

    que os vaya bien¡ interesante comentario mar¡¡¡¡

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